viernes, 17 de junio de 2011

LAS RAZONES DE PAPÁ

Ania Fernández Torres/¡ahora!
afernandez@ahora.cu

Escuchaba las penas del padre escondida tras la cortina, haciéndose la dormida entre las limpias sábanas: la casa, las hemodialisis de mamá y ella. La niña para la que hacía del hogar un hermoso nido de caña y maíz, la pequeña de nueve años a la que hacerle las coletas cada mañana le resultaba una tarea hercúlea.
Sin mucha ayuda el hombre , magnífico ejemplo de virtudes, miembro del gran ejército del único animal que se queda para siempre con sus hijos, sumó y restó a su flaco bolsillo de obrero para que no le faltara nada.
Explicó con ternura las diferencias, la menstruación, el sexo, obvió su felicidad por el capricho y la intolerancia de su niña, porque creyó que si arrancaba la fruta antes de madurar la estropearía del todo. Pero su “fresa” tardó en florecer y estar a punto, por ello recogió en silencio y paz solo las hojas y las orugas que dejaba caer, sin dejar de hablar jamás de su verdad sin embelesos.
Estuvo ahí para su hija cuando perdió el rumbo y fue a su aire, ese convulso e irracional viento de la maldita sed. Estuvo ahí aquella perversa noche de abril cuando se abrió las venas en forma de cruz, estuvo siempre con su pantalón surcido a mano, sus desteñidas camisas marca Yumurí, los refrescos almibarados, su coraje y su paciencia.
Fue feliz cuando nació la nieta aunque fuera otra boca que alimentar , aunque no le gustara el padre elegido, porque siempre supo que ese rol especial no lo desempeñan los espermatozoides, sino las almas más ricas en humildad, mayor forma de crecimiento del hombre, que llega cuando ya no se puede, ni se quiere, vivir para sí mismo, sino para los hijos.
Y por las dos y para las dos, el viejo montó la carpinterería que juró no volver a tocar y les enseñó el misterio de cortar y tornear la madera, según su fibra y su dureza, como se hace también con las personas. Les enseñó a caminar como Abrahan , sin saber a dónde vas, pero como claro destino: el amor.
Les mostró cómo recuperar la magia estrabiada por muchos en este mundo de desquiciada tecnología donde, afortunadamente, aún se llora como el Neanderthal, pero se olvida que con la palabra la misma boca que te hiere te puede sanar.
Mañana acompañarán al viejo al cementerio a saldar una legítima deuda de lealtad. Mañana se sentarán los tres en el portal a agradecer lo vivido, a recordar, a abrir regalos. Se sentarán en silencio junto al padre y comenzarán a entender por los hechos de la vida esas sublimes, indiscutibles y maravillosas razones de PAPÁ.

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