viernes, 2 de marzo de 2007

Romance con Holguín

ROMANCE CON HOLGUIN
Ania Fernández Torres
Causas y azares de mi nuevo oficio renovaron mis votos de romance con Holguín, al contemplar como la belleza, en el oleaje de su vuelo, se extiende por mi ciudad. Por eso considero extraño que alguien diga que esta ciudad es fea.
Me asombra que algunos no tengan sentido de amor y pertenencia por ella. Tan humana como una mujer, con personalidad. Regia, divina y culta cuando debe serlo y alegre, bulliciosa y embriagada cuando hace falta. Con todo ese humanismo, afortunadamente, sus virtudes son mayores que sus defectos.
Cuando levanto mis ojos para contemplar su arquitectura, en unos casos monumental, en otros moderna o clásica, o me deleito con un “solo” de saxofón donde hay un bar y piano; murmuro mis desdichas literarias detrás de una tasa de café o me apego a los Beatles, como al mar, en su caverna, me olvido de la sequía y de que algunos, con hábitos de animales nocturnos, piensan que después de las 12 de la noche es una ciudad extinta.
Cuando recuerdo un amor oculto en cada parque y sonrío con las parejas que se olvidan del mundo, no me importa que los trámites de la vivienda sean como laberinto de Minotauro o me salgan raíces esperando las guaguas. Esta es mi ciudad, y aunque no esté igual de limpia que en los años 80, y las construcciones de un periodo se parezcan unas a otras, aun así, tiene personalidad de reina.
Pulso divino para dibujar sus cosas y su gente, ahí están los poetas, los pintores, músicos y maestros, los comercios, el aire de nobleza y la nostalgia. Así, como el viejo bolero que escucho en su rincón, en vez de maldecirla con injusto encono con obras bellas debemos colmarla de bendiciones.
Somos mayoría quienes sentimos orgullo legitimo de ser “aldeanos vanidosos para los que el mundo entero es su aldea”.Por eso desde el último escalón de su punto más alto, la contemplo descansar, gigantesca y dormida mi aldea luce única. Al alba, con el ritmo que se despierta y avanza, coincido con el grupo local Tolerancia cuando dice “ Ven, te digo ven, a la ciudad más linda”.

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