miércoles, 7 de marzo de 2012

MUJER y REVOLUCIÓN: palabra y obra

Ania Fernández Torres/¡ahora!
afernandez@ahora.cu


Mañana es el Día Internacional de la Mujer. Han sido siglos de lucha, de tratar de quitarnos la “ Letra Escarlata” que nos convirtió en el mayor proletariado del mundo. Pero, lo que para las cubanas resulta algo normal para millones de mujeres es aún un sueño.Una amiga me contó que en Inglaterra, nada más y nada menos que un país del mal llamado Primer Mundo, hay trabajos donde la mujer gana menos que el hombre solo por la cuestión del género.
Para qué vamos a hablar del derecho al aborto, si no se tienen las condiciones o el deseo de tener un bebé, o de la práctica de cercenar el clítoris en algunas tribus de África, de los matrimonios obligados y preconcebidos desde la infancia y del derecho que otorgan algunas culturas a los hombres de golpear a las mujeres tan solo porque son sus esposas.
En mi país toda Ley protege a la mujer, tenemos derecho a una maternidad saludable, a licencia retribuida si trabajamos, a disfrutar si queremos de un año al lado de la niña o el niño, o a decidir si seremos nosotras o los padres quienes lo harán porque hay un programa integrador que facilita la paternidad responsable.No dormimos inquietas porque la seguridad ciudadana nos permite el sueño tranquilo cuando nuestros hijos crecen y levantan esa especie de vuelo nocturno en busca de entretenimiento.
Trabajamos y somos reconocidas.Viajamos en apretado grupo femenino hacia el futuro sin miedo. Faltan cosas aún, relacionadas con el lenguaje sexista, con las costumbres machistas, con alguna que otra manifestación de violencia pero, estamos convencidas que si levantamos la voz se nos escucha. Hemos hecho la Revolución Cubana y ella nos ha hecho a nosotras: Nos dio palabra y obra.
A todas las mujeres, en especial para las cubanas, les dedico las ideas escritas en un manuscrito anónimo encontrado en la vieja iglesia de Saint Paul, Baltimore, en 1693.
“Camina plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda la paz que se puede encontrar en el silencio. Vive en buenas relaciones con todas las personas, todo lo que puedas, sin rendirte.
Di tu verdad tranquila y claramente; escucha a los demás; incluso al aburrido y al ignorante; ellos también tienen su propia historia.
Evita a las personas ruidosas y agresivas, sin vejaciones al espíritu. Si te comparas con otros, te volverás vano y amargado; porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Disfruta de tus logros así como de tus planes. Mantén el interés por tu propia carrera, por humilde que sea; es una verdadera fortuna en las cambiantes vicisitudes de los tiempos. Sé cauto en tus negocios; porque el mundo está lleno de engaños. Pero no por eso te ciegues a la virtud que, sin duda, existe; mucha gente lucha por altos ideales; y, en todas partes, la vida está llena de heroísmo.
Sé tú mismo. Especialmente no finjas afectos. Tampoco seas cínico en el amor; porque, frente a toda aridez y desencanto, el amor es perenne como la hierba. Recoge mansamente el consejo de los años, renunciando con donaire a las cosas de la juventud. Nutre la fuerza de tu espíritu para que te proteja en las desgracias repentinas, pero no te angusties con fantasías. Muchos temores nacen de la fatiga y de la soledad. Junto con una sana disciplina, sé amable contigo mismo. Tú eres una criatura del universo, no menos que los árboles y las estrellas; tú tienes derecho a estar aquí. Y te resulte evidente o no, sin duda el universo se desenvuelve como debiera.
Por lo tanto, mantente en paz con Dios, de cualquier modo que lo concibas. Y, cualesquiera que sean tus trabajos y aspiraciones, mantén, en la ruidosa confusión, paz con tu alma. Con todas sus farsas, trabajos y sueños rotos, éste sigue siendo un mundo hermoso. Ten cuidado. Esfuérzate en ser feliz”.

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