jueves, 9 de septiembre de 2010

EL CAMINO A LA BONDAD

Hace tiempo que los padres dejaron de contarles a sus hijos la historia de la cigüeña  y de París. Las revoluciones  sociales, sexuales, informáticas,  y tecnológicas barrieron con cuanta candidez y mojigatería  pudiera quedar al respecto y los niños, filósofos en potencia según  Félix Varela, ya saben de la mágica odisea del espermatozoide y el óvulo.
Pero no siempre el evento de la vida, por esas rarezas naturales, puede completarse y hay quienes aprenden   a criar y educar  sin la marca biológica, mediante la adopción, que resulta una real y palpable manifestación de amor infinito al prójimo.
Tal vez sean Edipo y Octavio Augusto los hijos adoptivos más célebres de la antigüedad. El primero, personaje fetiche de Sófocles, se relacionaba con sus progenitores de una forma poco convencional y el segundo, por convertirse en emperador romano al ser adoptado por Julio César, al que sucedió después de su muerte.
En nuestro país hay cientos de hogares que se llenaron de felicidad al recibir una niña o niño por esa vía, pues la adopción, como figura jurídica, está recogida en  el  Capítulo VII del Código de Familia. Sin embargo, si la   comparamos con  otros países, en Cuba existe  una baja tasa de adopciones y  la provincia de   Holguín no es  la excepción.
Esta diferencia  tal vez exista  gracias al apoyo absoluto  de  la Revolución a la infancia y a la aprobación  del Decreto-Ley 76 que creó los hogares para menores sin amparo filial, de los cuales existen tres  en nuestra provincia,  muy  confortables y  ubicados  dentro de la ciudad cabecera.
 Para ilustrar la nobleza de esta  tarea  bastaría el ejemplo de  Nino y Pepe, dos seres  cariñosos y con necesidades especiales,  que aún viven en   la hermosa casa del Reparto Peralta desde que fueron encontrados en un hueco, alimentándose de ranas y caguayos,  después del ciclón Flora.
No obstante, según los especialistas, amén del  amor que se les brinda nada sustituye a una familia. Lo ideal es que los niños vuelvan a vivir en ella,  pues a la larga estos  hogares son una "especie de limbo" donde el niño no sabe si volverá con los de su sangre o será adoptado.
 En muchas ocasiones las características del caso imposibilitan su adopción, pues la misma solo se puede realizar con el consentimiento de los  padres o si estos están  privados de la patria potestad.  Es válido destacar que este recurso se utiliza como última alternativa y solo la Fiscalía está autorizada para proceder a ello.
 Al respecto, la Fiscalía Provincial asegura que su prioridad es que los menores vuelvan al seno de la familia de la que provienen. Sobre la patria potestad refiere que siempre que los casos lleguen a sus manos bien documentados y por las instancias requeridas, se procede a iniciar el proceso de privación de la tutela.
Si bien es cierto que a los niños sin amparo filial al terminar los estudios, el Estado les garantiza trabajo y vivienda y  ellos nunca pierden el vínculo con el Hogar, en el fondo  de sus corazones siempre permanece  la esperanza de regresar a la familia de sangre o a una sustituta.
En la actualidad hay 43 menores bajo la tutela de Estado; doce  de ellos en el hogar de la calle Maceo, dieciocho en el del reparto Peralta y los restantes trece en el Hogar 1: "Mi casita". En este último  han vivido 87 niños desde 1998,  de ellos  solo cuatro  fueron adopciones, 19  pasaron a los otros hogares y 50 salieron  por reinserción familiar.
Algunos plantean que la baja tasa de adopciones está dada por el desinterés de las parejas. Sin embargo, según  Noiraide González, directora del Hogar 1 "Mi casita", desde 1998 se han interesado alrededor de ochenta parejas, casi diez por año, pero por el papeleo, las investigaciones demoradas y otros temas, las acciones no fructifican.
La mayoría de las parejas que desean adoptar prefiere niños entre 0 y seis años, pues aseguran que son más moldeables y tienen menos problemas de carácter. Casi nadie quiere adoptar adolescentes y precisamente en estas edades es que hay niños en nuestros hogares cuyas características permiten la adopción por una familia que reúna los requisitos, verificados por Educación y la Fiscalía, instancias a donde pueden dirigirse los interesados.
No obstante, es  evidente la falta de información de las personas sobre este tema, la insuficiente preparación psicológica  de algunas  parejas infértiles y familias interesadas  e incluso la poca cultura respecto al valor  de  la adopción como solución al conflicto de tener hijos.
Entre las parejas que no han podido procrear hay disímiles inquietudes. Temor a que  las intervenciones o diferentes técnicas y tratamientos médicos  resulten fallidos, que pase la edad reproductiva o a perder al amor de su pareja. En estos casos la ayuda profesional de los  especialistas y psicólogos en la Consulta de Infertilidad del Hospital Lenin es muy eficaz, según refirieron los mismos  pacientes.   
  Constituye un lastre  respecto a la equidad de género que algunos de los encuestados varones, ante la imposibilidad de  procrear de su esposa, contemplen la posibilidad de tener un hijo fuera del matrimonio. Existen esposas que lo consideran "normal e inevitable", con un dejo de tristeza, como si la infertilidad  femenina fuera un estigma o una letra escarlata sobre sus frentes.
En los casos contrarios, cuando el  hombre no puede, las mujeres generalmente  proponen soluciones mucho más éticas y apoyan la adopción. Algunas de ellas temen que al  adoptar lleguen  a ella   niños con trastornos de conducta, influencias negativas de la familia anterior o deficiencias genéticas. Otras no saben nada al respecto.
Por ello sería muy beneficioso aunar voluntades entre los diferentes sectores (entiéndase Educación, Fiscalía y Salud Pública)  para que en las consultas de infertilidad  existiera material actualizado sobre la posibles adopciones, con detalles de los pasos a seguir, expedientes completos y fotos de los niños que pueden serlo porque  así se ayuda al menor , a la familia y al Estado.
Pensamos que se debería ser más riguroso con lo establecido en el Código de Familia y aumentar las posibilidades de adopción para las buenas familias que desean un bebé si con más rápidez se fundamentan los casos y se establece el proceso de privación de patria potestad para quienes no lo merecen. Hay que confiar en la utilidad de la virtud, en que las personas cambian pero, la infancia es única e irrepetible por ello debe hacerse lo mejor y más rápido para protegerla.
Debería aplicarse más, como una  opción válida  para quienes motivados por el amor, el deseo de ayudar a otros o quienes   viven el llamado Síndrome del Nido Vacío (cuando los hijos crecen y se van), el concepto de familia sustituta, de gran valor y apoyo para los niños sin amparo   hasta que   puedan  volver con los suyos.
Hay ejemplos de familias que se llevan a algunos de estos niños los fines de semana y se van relacionando con los chicos hasta hacerse imprescindibles para ellos.
  Muchos de estos niños han visto y vivido la violencia en todas sus facetas, provienen de hogares destruidos o  son hijos de reclusos, pero no han perdido la ternura y las personas de buena voluntad pueden ayudarlos a  crecer y vivir lejos del pantano. La obligación de todos hoy es ensancharle el camino a la bondad y no empedrarlo.
 

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